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LÍNEA DE TRABAJO
Representar la ciudad ha sido una realidad que corre paralela al hecho mismo de la creación de los espacios urbanos en los que el individuo se asienta, como autoafirmación, como referente necesario de lo que ha creado. Representamos nuestro entorno, lo percibimos y recreamos, estableciendo nuevos mensajes y significados. La ciudad y sus representaciones, utilizando la expresión de Adrian Gorelik, se producen mutuamente. No hay ciudad –seguirá diciendo– sin representación de ella, y las representaciones no sólo decodifican el texto urbano en conocimiento social, sino que inciden en el propio sentido de la transformación material de la ciudad. Esta representación de la ciudad no será únicamente real, cartografiada por urbanistas y arquitectos que la representan técnicamente, sino también recreada, imaginada, interpretada subjetivamente a través de la mirada del artista, del pintor, del fotógrafo o del cineasta.
Las miradas cruzadas al paisaje urbano, críticas o creativas, objetivas o imaginadas, revelarán los valores, tensiones e inquietudes de la ciudad moderna, y condicionarán también la apreciación que de las mismas tengan los ciudadanos que, convertidos en espectadores, analizaran y contemplaran la ciudad bajo diferentes prismas.
Ver y representar la ciudad coincidirá con el proceso de configuración y desarrollo de la ciudad contemporánea, en el momento en que deja de ser el escenario de cualquier acontecimiento, como había sido habitual en épocas precedentes, para convertirse ella misma en el acontecimiento, en el objeto de la representación.
La forma en que percibimos la ciudad es condicionante para su desarrollo y evolución, y gracias al punto de vista que nos proporciona las bellas artes nos permite generar nuevas posibilidades. Es importante comprender que la ciudad es un estimulo para el ciudadano y según este configurado esta puede provocar ciertas respuestas en aquellos que la observan sin importar su representación.
Generar nuevas perspectivas de las urbes en la vivimos se vuelve algo primordial, no solo por la capacidad que tiene de producir nuevas visiones de nuestro entorno, sino por su capacidad de inducirnos a una reflexión por aquello que nos rodea y como queremos relacionarnos con ello, ya que es de vital importancia producir una reflexión (individual) bajo un punto de vista crítico y sin prejuicios.
Es aquí donde surge la oportunidad de llevar a cabo esta experiencia y poder descubrir una nueva perspectiva de nuestras urbes, en donde Madrid ejercerá como eje central de proyecto.