El tiempo es tranquilo, pasivo y fugaz. Es algo de lo que nada ni nadie puede escapar y a lo que todo está atado en cierta medida.
Una vela derritiéndose por el transcurso del segundero fue la chispa que me despertó la necesidad de realizar esta obra.
Lo único seguro que existe es el cambio, materialización del paso del tiempo en donde la propiedades de las cosas no son inmóviles y van adaptándose a las circunstancias como los cánones de belleza en cada época. Es por ello importante saber valorar como cada etapa que transcurre es única por diferenciarse por lo que le precedió y lo que le predecerá.
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